Mugarra |
Era el año 1989, plan para el fin de semana, subir a la cueva del mugarra desde neberondo, bajar a la sima que está cerca y dormir en la entrada. Y con las mismas nos fuimos 6 amigos con los trastos y sin tener ni idea de que era bajar a una sima, cosas de la edad. Una vez en la entrada de la sima uno decidió no bajar (listo), los otros cinco atando la cuerda a unos maderos y con una linterna de petaca (no frontal, linterna) atada en la frente nos fuimos descolgando uno tras otro, embarrados con la cuerda toda pringada y sin más metros de cuerda para bajar, tocaba subir. La cuerda resbalaba, se estiraba y no conseguias subir apenas. Poco a poco fuimos ganando metros. Yo iba el penúltimo y en el último tramo mis manos dijeron que ya no más y me fuí para abajo. Suerte que lo que llevaba de este tramo eran apenas 3 metros, cuando me incorporé ahí estaba mi amigo Alex con cara perpleja y mis gafas en la mano. Vista mi incapacidad de salir solo, me até la cuerda y me subieron ese último tramo. Esa noche tocó ducha fría en la fuente de neberondo, que vino bien para quitar el barro y para los golpes.
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